NOTA AL PIE :
Mi papa vino desde su natal España, a los 23 años con la esperanza de un futuro mejor , Trabajo y regreso a su patria ,donde se casó con mi madre LLegaron a Bolivia y formaron una familia, tuvieron tres hijos , de los cuales quedamos dos.
Lucho , emprendio y tuvo exito en lo que pretendió ,
Todos lo recuerdan en la tienda "El gato Negro ", cosechando muchos amigos.
Nos fomentó valores humanos, que tambien fueron adquiridos por sus padres allá en el pueblito que vio su infancia y adolescencia.
Fue la persona mas buena que conoci , y no es una frase hecha.,Era noble, sincero, afable, querendon de su familia , de sus nietas que eran su debilidad , Nunca hizo mal a nadie, Una caracteristica era su buen humor y ocurrente como pocos , reiamos con sus frases prestablecidas.
Estuvo mucho tiempo , mostrandonos la luz de sus ojos , al cuidado de mi hermana , a la cual le agradecemos de verdad ,
Se fue mi mentor, se fue nuestro querido Pepito. , el de la sonrisa , el futbolero , el conocido español de " El Gato" , el que nunca olvido sus raices y su Canales de la Sierra , Logroño , El que cumplio su mision en esta vida con dulzura y amabilidad
Chao , papá
jlss
A continuación les paso una redacción que realizó mi primo Paco Sebastian que recoge la estampa de mi papá.
Se nos ha ido tío Pepe
Se ha enfriado la sopa de cabello de ángel que precedía siempre a un suculento segundo. Se ha apagado la radiola por donde Carmen Sevilla, Paquita Rico y Sarita Montiel nos daban cuenta de sus desamores o devaneos a través de la copla que tanto le gustaba. Se esfumaron los miles de crucigramas que ejercitaron su memoria hasta que el destino un día se la arrebatara sin permiso. Se ha pinchado la pelota de plástico con la que jugábamos los dos en el portal de su casa. Se ha apagado la bondad tierna de su presencia ante nos.
No tengo que esforzarme mucho para buscar entre mis recuerdos aquella figura que sintetice tanto la bondad, el cariño y la inocencia adulta que marcaron mi niñez y juventud: tío Pepe. Junto a él gocé de momentos emotivos que hoy relumbran en el archivo de mi memoria. Con él compartí -compartimos todos los que le queríamos- desde una merienda expedita a cualquier antojo; a la resolución de un crucigrama, ejercicio del que siempre fue un gran y resuelto aficionado. Fueron tantas las ocasiones en que, al salir de clases del San Calixto de arriba y poner rumbo a casa, pasaba deliberadamente por el Gato Negro para provocarle un seguro convite en cualquiera de los salones de café cercanos a la tienda, que hoy, al recordarlo, se me hidrata la boca con el regusto de aquel jugo de piña que bañaba el picante bocado de los inefables "hot dogs" del Ely´s. De regreso a la tienda, el paso obligado por correos para revisar la casilla 93, mientras comentábamos alguna incidencia futbolera de España y La Paz. Me contaba lo que había hecho el Logroñés y el Barça en la última jornada de la liga española, información que recibía a través de la radio y la que ilustraba con conceptos aprendidos de alguna publicación deportiva a la que estaría suscrito. Si mal no recuerdo, era seguidor del club Ferroviario de La Paz, por lo que me comprometía asistir, siempre junto a él y a mi padre, al Hernando Siles el cercano domingo en que su equipo se las vería con el The Strongest de mis amores. Aquella gradería de preferencia fue testigo vocinglero de mis glotones caprichos atendidos siempre con denuedo por tío Pepe. Ora un heladito Frigo, ora un cafecito caliente, ora una bolsita de maní, ora un Rolo de chocolate y, en los descansos (que habían dos, al jugarse primera A y primera B), los infaltables anticuchos o bien el sangüichito de chola con " cuerito". Tarde dominguera completa que solía rematarse con la asistencia a la Casa de España donde -cómo no- no hacía ningún asco al sandwich de filete con el que me distraía mientras los hermanos echaban un subastao con otros coterráneos suyos..
Recuerdo con especial ternura las muchas ocasiones en que me iba a comer a su casa donde conocí, a través de su bien cuidada radiola, las canciones de la tuna, la copla de Carmen Sevilla y los boleros de Sara Montiel, mientras tía Tani sonreía las ocurrencias que tío me dedicaba. Luego de la comida y previa una rápida siestecilla, volvíamos hacia el "Gato" haciendo dos paradas necesarias: en Correos y en un cafecito cuya solera se había detenido a principios de siglo. Con sus mesitas de mármol blanco que hacían juego con el tono capilar de sus tres camareros bisoños, aquel cafetín tenía asegurada su parroquia con el café retinto y la leche hirviendo, coronada siempre por una gruesa capa de nata, que portaban en sendas quincallas de metal. En su ambiente perfumado de tabaco se respiraba una criolla bohemia acariciada por el ronroneo de las opiniones circunstanciales de sus clientes que discernían sobre asuntos dispares. Desde Juan Lechín Oquendo, el mítico líder obrero nacional, hasta Víctor Agustín Ugarte, uno de los más importantes iconos del fútbol boliviano, eran asiduos clientes de ese entrañable cafetín.
En el confín de su vida tío Pepe resignó su existencia al recuerdo lejano de su propia infancia en Canales, allí en la lejana España, donde volvió en contadas ocasiones más bien como turista. En una de esas en que a la sazón yo estudiaba en Barcelona, pasó a visitarme entusiasmado para pasear por esos parajes casuales de su Cataluña natal y celebrar con unas cañas y cortezas en la Plaza Real, pegada a Las Ramblas, el emotivo re encuentro entre padrino y ahijado. Valga la coincidencia, además, que el pueblo donde estaba localizada mi universidad, San Cugat del Vallés, era el pueblo por donde tío Pepe entró a este mundo. Poco tiempo vivió en él, hasta que mis abuelos, sus padres, volvieron al pueblo originario de mi abuela Patrocinio, Canales, en la sierra riojana de La Demanda.
Ahora estará con ella, también a la vera de su padre, Laurentino, de sus hermanos Jaime y Alfonso y, sobre todo, junto a tía Tani, su tesoro más preciado, su referencia directa, su compañera de siempre.
Maricarmen y José Luís, sus hijos; Olga, su nuera , Tania y Mónica , sus nietas, han asistido a su último aliento, al cierre de una vida jalonada de cariño, ternura y esperanza, valores que se han transmitido con creces en esa su descendencia, producto de una vida apacible incluso dentro de la vorágine de la sociedad virtual en la que también le ha tocado vivir un tanto.
Ahora voy a soñar con él y me va a embriagar el sueño el aroma de las” Maderas de Oriente” o el “Embrujo de Sevilla” con los que tanto trató en el Gato. Y me volverá el regusto del cafecito, el pastel o bocadillo de media tarde; y me acordaré de mi reloj de pulsera tan querido que me obsequió en ocasión de mi egreso como bachiller. Me acurrucaré en mi cama y me transportaré a mi infancia para escucharle el rezo de las “cuatro esquinitas” que me dedicaba y para imaginarme su sonrisa imperdible como marca de su bondad inconmensurable.
Buenas noches, querido tío Pepe.