miércoles, 17 de noviembre de 2021

CONFLICTO


 NOTA AL PIE ;


La consigna era realizar un relato o un cuento en el que se vislumbre un "conflicto" . Ustedes me dirán si se logró


jlss



LA LATA

José Luis Sebastián Salas

 

El calor arrasaba el intenso bosque. Las ramas de los arboles pugnaban por surgir hacia el cielo. Dos combatientes de la guerrilla, agotados por el sol, sostenían una charla, que más bien parecía una súplica.

-Ya no puedo más, Néstor, si no cazamos algún animal, me moriré aquí mismo – sollozaba Roger.- tranquilo! , los compañeros  llegaran al anochecer con alimentos – respondió el aludido.  Sus boinas andrajosas caían lateralmente en sus frentes polvorientas y sudorosas. Sus ojos brillaban lagrimosos, buscando explicación de su impotencia. Sus bocas ligeramente cianóticas, labios resecos no alcanzaban a terminar frases largas. Vestían uniformes color caqui, que más parecían andrajos. Cada uno llevaba un par de botas tiznadas y agujereadas por las interminables caminatas y sus cuerpos debilitados y flacos se entregaban al destino.

-Ya se lo dije a Osvaldo, cuando nos separamos – dijo Roger. Si nos mandas solos al patrullaje, tal vez no nos volvamos a ver. El me respondió: ¡Obedezca, soldado … no cuestione!  –Tal vez –dijo Néstor, con la mirada perdida: sus ojos inmóviles, parecían dos luces debajo de una intensa cabellera, brotada en los 60 días que se encontraban en la selva. –Tenemos que hacerlo por nuestros ideales, y para dar mejores días a nuestros hijos ´-balbuceo Roger.

La región norte de La Paz se convirtió en escenario para que un grupo de jóvenes atrapados en discursos políticos, acudieran a las armas con el ánimo de derrocar a un gobierno, que según ellos rompía los esquemas de libertad y soberanía. No les importo su vida, fanatizados orientaron su directriz a acabar con la ideología contraria a la suya.

Habían pasado ya dos meses, internados en el bosque, en condiciones infrahumanas, con líderes débiles, que no entendían del todo, porque arrastraron a 87 jóvenes a esa “aventura” , a sabiendas interiormente que era muy difícil la victoria .

 

-Me muero de hambre- volvió a decir Roger. No puedo ni pensar. Buscó en su mochila afanosamente y en uno de los bolsillos posteriores encontró una lata de sardinas envuelta en una bolsa plástica. La desenvolvió y casi sin dudarlo intento abrirla con un abrelatas oxidado. Néstor lo detuvo – Estas loco? - Lo increpó, esa lata es todo el alimento que tenemos para la patrulla, no se te ocurra comer las sardinas. Roger lo miro y en un momento de sensatez, pero a la vez de engaño le dijo – tienes razón Néstor-  las ordenes son las ordenes. El comandante nos instruyó que por nada del mundo comiéramos las raciones de los demás compañeros, o lo pagaríamos con nuestra vida. Pero …. qué fácil es decirlo ; no contábamos con las penurias del momento . Pero de todas maneras, me aguantare. Todo sea por la revolución!

 La noche inicio su andar, dando oscuridad al ambiente. Los dos hombres se cubrieron con unas mantas y se dispusieron a conciliar el sueño. 

Roger no podía dormir; daba vueltas sobre su cuerpo y la ansiedad rodaba en su mente. Sus ojos totalmente abiertos observaban un árbol, una roca, un tablón y sobre todo la mochila inmóvil a unos metros de su posición. Se levantó y presa de desesperación, se acercó al bulto y extrajo, con movimientos torpes pero rápidos, la ansiada lata de sardinas; la abrió briosamente con el abrelatas y viendo al precioso manjar embadurnado con aceite, no pensó en nada, solo atinó a decir – “Maldita sea” y engullo una tras otra, las tres sardinas que contenía el envase. Hizo deslizar el aceite hacia su boca, cayendo gota a gota, terminando el contenido.

Se deslizó a su posición inicial, al lado de su compañero quien dormía. Empezó a sentir remordimiento. “Como pude?”, “que comerán mis compañeros?”, “fui un imbécil, no pensé”. El mundo se le vino encima. Tal vez, si explicara a sus camaradas, pensaba, ( los pocos que quedaban en el patrulla) y sobre todo al Comandante Osvaldo , que “una fuerza poderosa lo abraso , nublo su pensamiento y tuvo que actuar así , ya que si no se moría” , cambiaría el talante de un enfurecido Comandante. Porque lo conocía y sabía que cuando algo salía mal , reaccionaba  enérgicamente.

-“Fue una torpeza , meterme en este berenjenal de Guerrilla , no estuvo al nivel de mi carácter ni pensamiento . Soy un traidor y un frágil combatiente y sobretodo cobarde” pensaba Roger y atormentado, no sabía lo que hacer.

Al amanecer, surgieron tres sombras de entre los árboles. Eran dos militantes y el Comandante Osvaldo, quienes venían exhaustos, luego de una caminata nocturna que les llevo varias horas para encontrar a los dos jóvenes (Roger y Néstor) y así reforzar la patrulla.

-Tengo malas noticias – sentencio Osvaldo – dando la orden de ponerse firme a la tropa

-De los 87 combatientes de nuestro ejército de liberación , solo quedamos 15 , todos los demás ofrendaron su vida por nuestros sueños e ideales . Ríndemosles honores y un minuto de silencio.

Los cinco combatientes, parecían estatuas camuflados en la espesa maleza, confundiéndose con los vericuetos de los árboles y los arbustos.  – mientras exista alguien vivo , no descansaremos en la lucha – dijo y avanzó , mirando uno a uno a sus soldados , a sus ojos : la bravura de  su mirada escondía una inquebrantable convicción de victoria , pese a todo .

-Según me informa el soldado Justiniano, ustedes dos Roger y Néstor, tienen en su poder una lata de sardinas, que la compartiremos entre los cinco, ya que es lo último que nos queda.

Roger lo observaba, con la boca entreabierta, las manos sudorosas y la respiración entrecortada, presa de una sensación de fatalidad que lo abarcaba todo.

-Presenten el alimento – ordenó el comandante. El silencio lo abarco todo.

Luego de unos segundos interminables, llenos de zozobra y desaliento Roger atino a decir: -“me la comí yo solo, lo siento”. Introdujo su cara entre sus dos manos y lloro como un niño , además de gritar : “perdón , perdón”

El comandante, cambio de expresión. Se le acerco y con la facies abotagada , rubicunda y sin importarle nada dijo – Canalla , cómo pudiste?- Nos condenaste a nosotros , tus camaradas , tus compañeros de armas ,  a la muerte . Le obligo a leer un párrafo de un folleto ajado que extrajo del bolsillo superior de su casaca. – Que dice? Repítemelo, delante de tus compañeros –Vamos; en voz alta. Roger empezó la lectura: Articulo 56: “quien intentare quitar la comida destinada a la tropa en tiempos de necesidad, dicha acción será considerada como una ofensa gravísima y será pasible al fusilamiento, como escarmiento y ejemplo para los demás combatientes – terminó.

El comandante Osvaldo se alejó de sus subalternos y empezó un run run en su mente frente a su decisión. No tardo unos minutos y volvió a acercarse al grupo que lo veían impávidos.

Roger pasó el día enmanillado, de espaldas a sus compañeros y amigos. Al atardecer, cuando los relojes marcaron las 18 00 horas, fue ejecutado, y enterrado ahí mismo.  

 

joseconacentoenlao

 

 

 

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